Episodio 22 - Anunciando en el valle.

Dios les bendiga, amados del Señor. La palabra de Dios para el día de hoy es poderosa, confrontativa y liberadora. Ezequiel capítulo 37, los versículos del 1 al 4 dice: "El Señor puso su mano sobre mí y fue llevado por el Espíritu del Señor hasta un valle que estaba lleno de huesos. El Señor me condujo por entre los huesos que cubrían el fondo del valle. Estaban desparramados en el suelo por todas partes y completamente secos. Luego me preguntó: "Hijo de hombre, ¿podrán volver a convertirse en personas vivas? Oh, Señor soberano, respondí, sólo tú sabes la respuesta. Entonces me dijo: "Anuncia un mensaje profético a estos huesos y diles: ‘Huesos secos escuchen la Palabra del Señor."

Esta porción bíblica es poderosa y yo creo que el Señor hoy nos quiere anunciando. Para propósitos de nuestra reflexión defino a un profeta como una persona llamada por Dios y quién quién reposa la presencia del Señor. ¿Para qué? Para vivir y comunicar su voluntad, sea en el presente o en el futuro. Yo creo que todos los que hemos sido lavados en la sangre del Cordero somos profetas, tenemos una historia que contar. Y es nuestro deber y responsabilidad poder desarrollar competencias en el área espiritual para que podamos hacerlo con responsabilidad y con dirección. Ezequiel estuvo cautivo en la tierra de Babilonia, fue llevado por Nabucodonosor cuando la nación de Judá fue conquistada. Los babilónicos se llevaron a los líderes más destacados y jóvenes con mayor potencial de asimilación de esta nueva cultura. Dejaron al pueblo de Judá sin dirección política y espiritual. Aún siendo la nación sobre la cual estaba la promesa divina en este momento histórico estaba cosechando trágicamente lo que había sembrado. Mira lo que dice la Biblia: "Jehová se manifiesta a la vida de Ezequiel desde la cautividad". Porque aún desde el exilio y el aislamiento Dios quiere inspirar en la vida de sus hijos un mensaje lleno de lecciones aprendidas que debemos transmitir. Desde el aislamiento el Espíritu Santo, desea abrir nuestros ojos espirituales y desarrollar una sensibilidad única para mirar nuestra propia condición.

 

No se trata sólo del presente, sino del futuro porque la vida no se acaba con el cautiverio. Y aunque hay muchos que interpretaron que el cautiverio babilónico en el final de un pueblo, las promesas y el pacto hecho por Dios a ese pueblo estaba vigente. Esta experiencia no era el final, sino el principio de una nueva historia. El Libro de Ezequiel sigue el curso de las causas de la cautividad de la nación de Judá. En la historia de una nación, pero también en la historia de una persona es la historia de una nación de una persona, pero también pudieran representar la historia de toda la humanidad. El mensaje de Ezequiel es el resultado de las visiones, tiene una experiencia trascendente. En el libro se escribe lo que le va a suceder a Judá como resultado de sus alianzas y el abandono de su fe en Dios. Volvamos al texto. El texto dice: "El Señor me condujo por entre los huesos que cubrían el fondo del valle. Estaban desparramados en el suelo por todas partes y completamente secos. Luego me preguntó: "Hijo de hombre, ¿podrán estos huesos volver a convertirse en personas vivas?" Como la nación de Judá, la iglesia local y global está siendo confrontada consigo misma. Deberíamos estar en la presencia de Dios con un espíritu de humildad, recibiendo la visión de Dios para este tiempo, que nos invita a contestar la pregunta que le hizo a Ezequiel. ¿Podrán estos huesos convertirse en personas vivas

¿Estamos llevando el mensaje correcto? ¿Estamos siendo relevantes a la necesidad del tiempo que vivimos? Después que pase esta crisis, porque amado y mi amada pasará, ¿cómo nos recordarán? Como profetas que anunciamos al mundo la Palabra viva, transformadora y poderosa del Dios que no saca de la cautividad.

Señor, ayúdanos a vivir de esta manera. Sensibilizados a tu Espíritu, a la necesidad del tiempo que vivimos hoy. Y queremos, oh Dios, desde el lugar donde estamos decirte que sí, que creemos que tú eres el Dios que puedes transformar esos huesos secos en personas vivas. Comienza por nosotros, comienza por nuestra comunidad, comienza por nuestra residencia local. Y permite, oh Dios, que a través de esta experiencia podamos impulsarnos a un mundo que necesita la libertad de Cristo. Nos depositamos en tus manos el día de hoy. En el nombre poderoso de Jesús. Amén.